"Hay un último día para todas las cosas. Tu taza, por ejemplo, la taza donde por años tomaste el café. Tenía una mancha, una línea que un día se quedó, por esa costumbre que tenías de dejar el café sin terminar.
Repetiste tantas veces el gesto que la taza terminó por mancharse.
Recuerdo que cuando lo notaste intentaste quitarla y que la mancha se fue pero luego volvió. T e dije que tanto café abandonado no se borraría tan fácilmente. Aunque creo que en realidad no lo dije, sólo lo pensé.
(...)
Me pregunto cuántas veces la utilizaste.
Intento adivinar la cifra exacta, porque creo que si lo hago, si logro dar con ese número, un dios aparecerá aquí en la cocina. El dios de las cosas abandonadas. El pequeño dios del despojo.
Me pregunto cuántas veces la utilizaste y si esa mañana algo en ti, algo muy dentro, supo que tus cosas te sobrevivirían.
Yo lo supe cuando los días pasaron y vi que tu taza, ahí junto a las otras, sollozaba."
María José Ferrada